La elección de Jair Bolsonaro en Brasil sugiere importantes cambios de orden geopolítico en Latinoamérica que tendrán serias repercusiones para Colombia. En primer lugar, implica el endurecimiento de la agenda de acciones colectivas contra Venezuela. Bolsonaro y su política de mano dura contra los movimientos socialistas y comunistas sugieren que Brasil, como Colombia, podría apartarse del llamado Grupo de Lima y buscar junto con Trump y Duque apretar el cerco diplomático que la región está haciendo sobre el régimen de Nicolás Maduro. Aunque es pronto para pensar en una acción militar conjunta (algo que por ahora la región rechaza unánimemente), los flujos de migrantes venezolanos hacia Colombia y Brasil no se detendrán en el mediano plazo a medida que la economía venezolana continúe su elongado deterioro.
La participación de Brasil en los procesos de integración regional será puesta en entredicho. El nuevo gobierno en Brasil podría atentar contra la continuidad de Unasur, cuya existencia quedó amenazada tras la salida de Colombia el 27 de agosto y la suspensión de la membresía de cinco países más en abril de este año. Del mismo modo, Brasil, la piedra angular de Mercosur, podría buscar una política de alianza comercial con Estados Unidos, lo que perjudica seriamente la integridad del bloque ya que rompería la condición de negociar acuerdos comerciales en conjunto, del mismo modo propenderá por la expulsión de Venezuela de aquel bloque comercial. Más aún, la forma errática en que Bolsonaro puede dirigir los asuntos políticos extendería la incertidumbre sobre el rumbo que tomará Brasil en otros contextos.
En el aspecto económico también se avecinan importantes cambios en Brasil. El país aún no se recupera de la grave recesión de 2015-16 y no ha logrado crear el suficiente número de empleos para reactivar la economía. Adicionalmente, el país tiene un déficit elevado y un endeudamiento que podría alcanzar el 100% del PIB en los próximos dos años, algo que probablemente reducirá los niveles de inversión y crecimiento. La posible crisis brasileña puede traer consigo un efecto contagio para la región ahuyentando a los inversionistas y afectando otros mercados emergentes. Por último, en materia anticorrupción y de seguridad, es posible que se genere un mayor compromiso con el resto de la región para perseguir la corrupción y el crimen transnacional, particularmente el narcotráfico y la minería ilegal.
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